jueves, 15 de octubre de 2015

Ne me quitte pas





Ne me quitte pas es una canción compuesta, escrita e interpretada por el cantautor belga Jacques Brel, uno de los mayores representantes de la Chanson del siglo XX. La canción fue publicada en 1959 por Warner-Chappell.

Jacques Brel estaba convencido de que sólo podría conquistar a su audiencia con la dramatización o con aderezar con un estilo teatral sus canciones. Las letras o los pensamientos por sí solos no rozan ni la conciencia de la emotividad de su público. Así, que se abrazó a la pasión del arte dramático a través de Philippe Clay. Como el propio Brel, este impostor de la actualidad musical también había pasado por el famoso Trois Baudets, el cabaret situado en Pigalle, donde habían logrado la solemnidad del éxito artistas como Serge Gaingsbourg y George Brassens, entre otros. Lo cierto es que el dueño, el inefable Jacques Canetti, tenía la presunta sospecha de que Brel alcanzaría la fama si se ponía en manos de Clay. Pero éste siempre se refería a Brel como el belga desagradecido. Vencido por su curiosidad, al final Clay accede a darle clases de dramaturgia al belga, casi solemnes clases de teatro de las canciones que compone Brel. Ése es el génesis del nacimiento de una de las canciones más bellas y desesperantes canciones de la historia del amor, la asombrosa 'Ne me quitte pas'. Casi una canción perfecta.

Con la dramatización del arte de declamar y teatralizar canciones, Jacques Brel conoce en el club Bobino a una maravillosa mujer, una actriz cómica llamada Suzanne Gabriello, conocida en todos los medios artísticos, como 'Zizou'. Ella será la responsable de la sensacional puesta en escena de Brel en Olimpia de París, el punto de inflexión de la carrera del belga y su consagración como compositor, como cantante esencial, eterno.

Jacques Brel vivirá, amará y se entregará vehemente a ella durante todo un lustro. Cinco años repletos de intrigas, de encuentros y desencuentros con Suzanne. Un amor prohibido, loco, apasionado, extraño, entre la intelectualidad triunfante de los últimos años 50 en París. El problema fue que Brel acabó como un cobarde. Al final, se comportó como muchos hombres melindrosos y poco fiables que se resisten a abandonar a su esposa y que se agarran al decimonónico estado de presumir de esposa y querida. Es decir, preservar a la comprensiva Miche, Therese Michielsen, con la que tiene tres hijos.

Días de giras, de breves encuentros, suplicios de fiebre sexual y amorosa con Zizou, que acaban con el impacto del embarazo de Zizou. El destino final de una relación mentirosa y cautiva. Al final, se trata de una pésima relación en que ambos han jugado el papel de amantes patéticos. En fin, un mundo de loco sufrimiento con el destino fatal de una canción.

Brel se porta como un cobarde. Se esconde de Zizou, de su gran amor, de ella. Jacques se mete debajo de las piedras como un vulgar marido con querida. Brel soporta un gran altercado con 'Zizou' y, finalmente, le reconoce que se niega a reconocer que es el padre, el verdadero responsable del embarazo de Suzanne. Loca de ira, de frustración, Zizou le amenaza con demandarle ante los tribunales y a la opinión pública. Brel, entonces,se refugia en su Miche. La historia acaba mal, pero Brel incluso se aprovecha de ello para crear la más terrible canción de amor de la historia 'Ne me quitte pas'. Un "no me dejes" que tenía absolutamente perdido por su comportamiento con Zizou.

El encuentro con el excelente músico Françcois Rauber es decisivo. Lo había conocido en 1956, en Grenoble. Brel podía componer melodías con letras repletas de pensamiento y emociones, pero necesitaban los acordes, los arreglos justos. Hay un Brel antes y después de Rauber, por asumir Brel la habilidad de este pianista clásico.

Ne me quitte pas sufre varias transformaciones antes de que Brel la grabara definitivamente. Meses de haber perdido a Zizou y a su posible hijo, Jacques Brel graba su versión definitiva, que ni mucho menos fue un gran éxito en su arranque discográfico. El tema se encuentra en el cuarto álbum del cantante belga, llamado Le valse a Mille Temps, su época clasicista y, por fin, su mejor álbum, aparecido en el sello Philips, en septiembre de 1959. Es el álbum en que también se encuentra la respuesta de su amor con Zizou, en el reclamo musical de una canción magnífica como es Je T'aime.



Ne me quitte pas es una canción desesperada, de ruptura trágica, de la desesperanza, del abatimiento de un hombre cobarde. Una especie de agonía mental que precede a una muerte sentimental. Los acordes musicales son bellos, maravillosos.

Marc Robin, un escritor francés que ha desentrañado muchas de las historias de la propia canción, sostiene que hay frases que sugieren al "perro" de Dostoievski ("haz de mí tu cosa, tu perro"), pero también sugiere que hay retazos de García Lorca, con las ideas del tesoro perdido, del agua de la realeza y, por supuesto, la imagen servil de un Brel como un perro.



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