viernes, 18 de octubre de 2013

Quattro Pezzi Sacri

Después de mi última entrada dedicada al bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi, me quedó el anhelo de publicar algo dedicado a los Cuattro Pezzi Sacri. Así, que lo hago a continuación.

Quattro Pezzi Sacri, o Cuatro piezas sacras, son trabajos vocales tardíos de G. Verdi. Compuestas por separado y con diferentes orígenes y propósitos, fueron publicadas juntas en 1898, y a menudo se ejecutan como un ciclo en esta secuencia:

  •  Ave Maria (Coro a capella, en Latín, compuesto en 1889)
  •  Stabat Mater (orquesta y coro, en Latín, compuesto entre 1896-1897)
  •  Te Deum (orquesta y coro doble, en Latín, compuesto entre 1895-1896)

Esta serie nos revela el punto de vista sobre la música sacra de uno de los más famosos compositores de ópera italianos. El estilo de estos trabajos refleja la extraordinaria expansión tonal que tuvo lugar a finales del S. XIX; pero al mismo tiempo, Quattro Pezzi Sacri, nos ofrece una retrospectiva de la herencia cultural del compositor; pues, como veremos más adelante, encontraremos en ellos referencias a Dante y a Palestrina.

Ave Maria sulla scala enigmatica: Verdi presentó esta curiosa obra de 1889 (revisada en 1898) como respuesta a un reto publicado en la Gazzetta Musicale de Milán de emplear dicha escala en una composición. En este trabajo, Verdi hace pasar la Escala Enigmática sobre todas las voces en figuración de redondas de forma tanto ascendente como descendente. (Es posible ver en la partitura si se clica en la relación arriba).
Creo necesario aclarar que la Escala Enigmática es atonal y consta de siete notas. Su particularidad es la de que cualquiera de las notas que la componen puede servir como punto de partida. Como se puede observar, esta escala evita la cuarta y la quinta perfectas, las cuales suelen ser las que establecen las bases de una clásica progresión armónica, pues ambas ayudan a fijar la tónica.



Sin duda, esta no es una obra fácil de ejecutar y sus efectos resultan bastante curiosos. He aquí una magnífica interpretación del Sofia Vocal Ensemble.




Stabat Mater destaca como un absoluto drama de pasión a través de los ojos de la Virgen en una serie de imágenes puntillísticas precisadas por el antiguo texto en latin, en el que Verdi despliega su talento con un amplia gama de fuerza tanto coral como orquestal. Hay quien lo describe como una mezcla de pureza y simplicidad tomadas del trabajo de Palestrina en el siglo XVI y de drama provieniente de su obra Il Trovatore.




Laudi alla Vergine Maria, en realidad está escrita para un cuarteto de voces blancas, pero generalmente es interpretada por un coro.
Verdi se inspiró en un texto del Paraíso de Dante para la realización de esta composición. En ella, evoca deliberadamente la música de la Italia Renacentista en una fina textura vocal, con claras cadencias y escritura imitativa; mientras que la voz principal, por otra parte, es profusamente cromática y se aleja con frecuencia de la tonalidad. En realidad se inspira en la escritura tradicional de las composiciones sacras a capella del Stile Antico.




Te Deum, junto Stabat Mater, fue uno de los últimos trabajos de Verdi. Para su composición, estudió la música de Victoria y de Purcell, con la intención de crear algo realmente diferente. Su intención se antoja como la de un aventurero musical que narra sus propias emociones ante el texto: El Padre Inmenso es también el Rey Glorioso, nacido de una Virgen y hecho hombre, que retorna como Juez haciendo temblar el mundo antes de su juicio.





Verdi pidió que esta personal y expresiva obra fuera enterrada con él.

jueves, 10 de octubre de 2013

Viva Verdi

Hoy se celebra el bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el Bel canto de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del Verismo y Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, La Traviata e Il Trovatore y las obras maestras de la madurez como Aida, Don Carlo, Otello y Falstaff.


En 1886 Giovanni Boldini (Italia, 1842-1931) retrata por primera vez a Giuseppe Verdi en lienzo, pero no satisfecho con el resultado lo vuelve a retratar tiempo después al pastel sobre papel en sólo cinco horas. Es quizás su obra más célebre e imagen ya inseparable de la figura histórica del compositor italiano.

Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, como hemos dicho anteriormente,  nació el 10 de octubre de 1813 en Le Roncole, una localidad que por entonces era entonces parte del Ducado de Parma que, a su vez, formaba parte de Francia. Comenzó a estudiar música en Busseto, bajo la tutela de Ferdinando Provesi, convirtiéndose pronto en el organista de la iglesia de su pueblo. 
Aunque nació en el seno de una familia modesta, tuvo la fortuna de contar desde muy temprana edad con la protección de Antonio Barezzi, lo que le permitió establecerse en Milán, con la intención de entrar en el conservatorio de la ciudad, pero curiosamente, no superó las pruebas de acceso.
Tras estudiar con Vincenzo Lavigna, quien le dio a conocer la música italiana del pasado y la alemana de la época, fue nombrado maestro de música de Busseto en 1836, el mismo año en que contrajo matrimonio con la hija de su protector, Margherita Barezzi. El éxito que en 1839 obtuvo en Milán su primera ópera, Oberto, conte di San Bonifacio, le procuró un contrato con el prestigioso Teatro de la Scala. Sin embargo, el fracaso de su siguiente trabajo, Un giorno di regno, y, sobre todo, la muerte de su esposa y sus dos hijos, lo sumieron en una profunda depresión en la que llegó a plantearse el abandono de la carrera musical. 
No lo hizo: la lectura del libreto de Nabucco le devolvió el entusiasmo por la composición. La partitura, estrenada en la Scala en 1842, recibió una acogida triunfal, no sólo por los innegables valores de la música, sino también por sus connotaciones políticas, ya que en una Italia oprimida y dividida, el público se sintió identificado con el conflicto recreado en el drama.
Con este éxito, Verdi no sólo consiguió su consagración como compositor, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha patriótica por la unificación política del país. I lombardi alla prima Crociata y Ernani participaron de las mismas características. Son éstos los que el compositor calificó como sus años de galeras, en los cuales, por sus compromisos con los empresarios teatrales, se vio obligado a escribir sin pausa una ópera tras otra.
Esta situación empezó a cambiar a partir del estreno, en 1851, de Rigoletto y, dos años más tarde, de Il Trovatore y La Traviata, sus primeras obras maestras. A partir de este momento compuso sólo aquello que deseaba componer. Su producción decreció en cuanto a número de obras, pero aumentó proporcionalmente en calidad. Y mientras sus primeras composiciones participaban de lleno de la ópera romántica italiana según el modelo llevado a su máxima expresión por Donizetti, las escritas en este período se caracterizaron por la búsqueda de la verosimilitud dramática por encima de las convenciones musicales.



Aida (1871) es ilustrativa de esta tendencia, pues en ella desaparecen las cabalette, las arias se hacen más breves y cada vez más integradas en un flujo musical continuo –que no hay que confundir con el tejido sinfónico propio del drama musical wagneriano–, y la instrumentación se hace más cuidada. Prácticamente retirado a partir de este título, aún llegó a componer un par de óperas más, ambas con libretos de Arrigo Boito sobre textos de Shakespeare: Otello y Falstaff, esta última una encantadora ópera cómica compuesta cuando el músico frisaba ya los ochenta años.



En sus últimos años, Verdi trabajó en algunas obras no operísticas. A pesar de no ser particularmente religioso, compuso obras litúrgicas, como la misa de Réquiem (1874) y el Te Deum. También compuso el Himno de las naciones, que incluye las melodías de los himnos italiano, francés, inglés y norteamericano, sobre texto del poeta Arrigo Boito (1862) y un cuarteto para cuerdas en mi menor (1873).
Falleció en Milán, el 27 de enero de 1901, debido a un derrame cerebral. Dejó su fortuna para el establecimiento de una casa de reposo para músicos jubilados que llevaría su nombre: «Casa Verdi», en Milán, donde está enterrado. Su entierro causó una gran conmoción popular y al paso del cortejo fúnebre el público entonó espontáneamente el coro de los esclavos de Nabucco: Va pensiero sull'ali dorate.
 



Óperas compuestas por Verdi; detallándose lugar, fecha del estreno y autor del libreto:
Tres de las óperas que compuso Giuseppe Verdi están basadas en obras de Shakespeare, en concreto Macbeth, Otello y Falstaff.

Entre las obras no operísticas de Giuseppe Verdi destacan:
  • Misa de réquiem (1874)
  • Messa per Rossini (1869) (estrenada en Stuttgart en 1988) (compuesta con otros compositores)
  • Inno delle Nazioni (Himno de las naciones) (1862)
  • Quattro Pezzi Sacri (primera audición el 7 de abril de 1898), una de sus obras tardías;
  • Cuarteto de Cuerdas en mi menor (1873)
  • Te Deum para coro y orquesta
  • Suoni la tromba (1848) himno patriótico con letra de Giuseppe Mameli.
  • Ave María (1880) para soprano y cuerdas
  1. Non t'accostar all'urna (Jacopo Vittorelli)
  2. More, Elisa, lo stanco poeta (Tommaso Bianchi)
  3. In solitaria stanza (Jacopo Vittorelli)
  4. Nell'orror di note oscura (Carlo Angiolini)
  5. Perduta ho la pace
  6. Deh, pietoso, o addolorata (Luigi Balestra)
  1. Il tramonto (Andrea Maffei)
  2. La zingara (S. Manfredo Maggioni)
  3. Ad una stella (Maffei)
  4. Lo Spazzacamino (Felice Romani)
  5. Il Mistero (Felice Romani)
  6. Brindisi (Maffei)
Fuentes: Biografías y Vidas
Wikipedia

martes, 8 de octubre de 2013

Sólo para iniciados...

Hoy he leído esto y me ha hecho tanta gracia, que he decidio copiarlo aquí:



Hace mucho, mucho tiempo...
Las notas musicales vivían felices y contentas. Sonaban por todas partes, completamente libres, siempre por el campo. Casi como las hadas, correteaban y volaban y a veces era imposible distinguir las unas de las otras.
PERO UN FATÍDICO DÍA alguien decidió encerrarlas en unas celdas de negros barrotes, con una reina que las vigilaba a la entrada de cada una de sus especiales cárceles y pasaron una temporada un poquito tristes (dramita pequeñito). Aun así, con el paso del tiempo olvidaron aquel campo abierto en donde eran libres, se dieron cuenta de que sus guardianas no eran tan malvadas y aprendieron a ser felices en su celda. ¡E incluso llegaron a hacer cosas que jamás habrían hecho fuera!
PERO. ENTONCES. LLEGÓ.
EL TIRANO.
EL MALVADO.
Schenker lo llamaron.
Cogió a unas pocas notas y decidió nombrarlas sumas soberanas. No contento con su jerarquización de guays, creadoras, las mandamases, las chulas de la partitura, HIZO DESAPARECER AL RESTO. Y este fue el fin de las notas felices. :(((((

PERO AÚN HAY REMEDIO.
DI NO AL ANÁLISIS SCHENKERIANO.
DI NO A LA JERARQUIZACIÓN DE NOTITAS.
POR UNAS NOTAS LIBRES Y FELICES.

Y hasta aquí la paranoia de hoy.

Esteban S. Martínez

jueves, 3 de octubre de 2013

Para ti...

Recreación de lo que será la estética de La Sagrada Familia de Barcelona cuando concluyan las obras.

Lluvia




La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

Federico García Lorca

miércoles, 2 de octubre de 2013

CANCION OTOÑAL




Paseo Viejo de Vélez-Málaga ¿Años 70?

Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?

¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.

Federico García Lorca