lunes, 24 de diciembre de 2012

Nebbia



Nascondi le cose lontane,
tu nebbia impalpabile e scialba,
tu fumo che ancora rampolli,
su l'alba,
da' lampi notturni e da' crolli
d'aeree frane!

Nascondi le cose lontane,
nascondimi quello ch'è morto!
Ch'io veda soltanto la siepe
dell'orto,
la mura ch'ha piene le crepe
di valeriane.

Nascondi le cose lontane:
le cose son ebbre di pianto!
Ch'io veda i due peschi, i due meli,
soltanto,
che dànno i soavi lor mieli
pel nero mio pane.

Nascondi le cose lontane
che vogliono ch'ami e che vada!
Ch'io veda là solo quel bianco
di strada,
che un giorno ho da fare tra stanco
don don di campane...

Nascondi le cose lontane,
nascondile, involale al volo
del cuore! Ch'io veda il cipresso
là, solo,
qui, solo quest'orto, cui presso
sonnecchia il mio cane.


Giovanni Pascoli

viernes, 21 de diciembre de 2012

Desmayarse, atreverse, estar furioso

Nunca nadie lo describió mejor que Félix Lope de Vega.




Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe, 
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

F. Lope de Vega Poemas

martes, 18 de diciembre de 2012

Lo que quiero ahora

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

Angeles Caso

lunes, 17 de diciembre de 2012

Somewhere Over the Rainbow

¿Qué pasa cuando se quiere ser amigo de alguien y éste no quiere ser nuestro amigo? Complicada situación. Para entenderlo sólo hay que ponerse en el lugar del otro, supongo.
Siempre que oigo la melodía de Somewhere Over the Rainbow, me acuerdo de alguien que no quiso o no pudo ser mi amigo; eso nunca lo sabré, porque dudo mucho que él me quiera contar algún día lo que pasó o en qué me equivoqué.
Vaya este vídeo por esa amistad perdida, o mejor dicho, fallida; que inevitablemente, ha dejado en mí esta extraña sensación de desasosiego que llevo sintiendo desde hace años. Sólo me pregunto cuándo desaparecerá.





Somewhere over the rainbow
Way up high,
And the dreams that you've dreamed of
Once in a lullaby.

Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly,
And the dreams that you've dreamed of
Dreams really do come true.

Someday I'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far
Behind me.
Where troubles melts like lemon drops
Away above the chimney tops
That's where you'll find me.

Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly.
And the dreams that you dare to..
Oh why, oh why can't i?

Well, I see
Trees of green and red roses too,
I'll watch them bloom for me and you
And I think to myself,
What a wonderful world.

Well I see,
Skies of blues and, clouds of white,
And the brightness of day, I like the dark
And I think to myself,
What a wonderful world.

The colors of the rainbow so pretty in the sky
Are also on the faces of people passing by
I see friends shaking hands saying how do you do
They're really saying I... I love you.

I hear babies cry, I watch them grow
They'll learn much more than really know
And I think to myself
What a wonderful world.

Someday I'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far
Behind me.
Where troubles melt like lemon drops
Away above the chimney tops
That's where you'll find me.

Somewhere over the rainbow
Way up high,
And the dreams that you dare to
Oh why, oh why can't I?


domingo, 16 de diciembre de 2012

Arabesques


Claude Debussy - Arabesque Nº. 1 & 2.


Claude Achille Debussy; St. Germain-en-Laye, 1862 - París, 1918, compositor francés. Iniciador y máximo representante del llamado impresionismo musical, sus innovaciones armónicas abrieron el camino a las nuevas tendencias musicales del siglo XX.
Ya en su niñez había iniciado el estudio del plano en su hogar; sin embargo, no pensaba entonces en la carrera musical. Fue una antigua discípula de Chopin, la señora Mauté de Fleurville, quien intuyó la vocación del muchacho e indujo a sus familiares a cultivarla. De esta forma, Debussy ingresó en 1873 en el Conservatorio de París; allí tuvo por maestros, entre otros, a Lavignac, a Marmontel y, en composición, a Ernest Guiraud
Grato paréntesis en sus estudios fue, en el verano de 1880, su empleo de acompañante como pianista de cámara y profesor de piano de los hijos de una rica dama rusa, Nadesda von Meck, protectora de Chaikovski y fanática de su música, en sus viajes a través de la Francia meridional, Suiza e Italia. Esto le permitió conocer a Wagner. Debussy vio renovado el empleo en los veranos siguientes, posiblemente hasta 1884, y entonces visitó Moscú, donde pudo establecer cierto contacto con la música del "grupo de los Cinco".
En el Conservatorio había adquirido fama de músico revolucionario; sin embargo, en 1884 logró el "Prix de Rome" con la cantata El hijo pródigo, que presenta al joven compositor aún envuelto en la amable sensualidad melódica propia del gusto de Massenet, pero también capaz de esbozar un aria perfecta en su género, como la de Lía. Los tres años pasados en Villa Médicis resultaron enojosos para el joven Debussy, que no sentía inclinación alguna por el clasicismo romano y con gran amargura echaba de menos París y su vida intelectual, inquieta y moderna.
De Roma se trajo la cantata La Demoiselle élue (1887-88, La damisela bienaventurada), sobre un texto de D. G. Rossetti y de un gusto prerafaelista muy propio de la época; todavía arrastrado por un sentimentalismo hijo del siglo XIX, y musicalmente situado entre Massenet y Chaikovski, Debussy buscaba a tientas la salida hacia una nueva concepción artística y cayó, como era natural, en el wagnerismo. Más bien que de experiencias musicales (entre ellas contaron singularmente las llevadas a cabo en Rusia y el descubrimiento del canto gregoriano y de melodías exóticas africanas y javanesas, presentadas en la Exposición Universal de París), la liberación le vino de literatos y pintores: la amistad de poetas simbolistas y parnasianos, dominados por la figura de Mallarmé, y el ejemplo de renovación de la pintura impresionista fueron las fuerzas determinantes que impulsaron al compositor hacia un camino artístico original.
Las obras líricas para canto y piano son las composiciones que permiten seguir mejor la evolución lógica del artista desde un formalismo melódico de gusto un tanto aburguesado hasta la creación de una prosa poética intensamente evocadora; así, Arietas olvidadas (1888), Cinco poemas de Baudelaire (1890), Fêtes galantes (1892 y 1904), Prosas líricas (1893) y Tres canciones de Bilitis (1898). De tal forma se forjó el nuevo lenguaje musical y dramático que le permitió aportar una solución personal al problema de la ópera con Pelléas et Mélisande, sobre texto de M. Maeterlinck y representada en la Opéra-Comique el 30 de abril de 1902 (su composición había durado diez años); el éxito fue muy discutido y sólo con gran lentitud la ópera llegó a conquistar el puesto que le correspondía en la historia de la música, como etapa básica en el desarrollo del teatro musical.
En una segunda etapa, alcanza el primer plano de la producción de Debussy la música instrumental. De las posiciones de elegancia un tanto formalista propias de los dos Arabesque (1888) y de la Suite bergamasque (1890), para piano, así como del Cuarteto (1893) y del Preludio a la "Siesta de un fauno", de 1892, el compositor llegó, sobre todo en el ámbito pianístico, a la creación de un impresionismo musical que llevó a las últimas consecuencias la disolución de las formas clásicas realizada por el romanticismo y, al mismo tiempo, abrió las puertas al futuro. Con ello se produjo el tránsito del momentáneo clasicismo de Para el piano (1901) a la libertad impresionista de Estampas (1903), de L'isle joyeuse (1904) y de las dos colecciones de Imágenes (1905 y 1907).
A la engañosa facilidad de El rincón de los niños (1908), obra abierta a sugerencias y temas de la vida actual, a pesar de su tema infantil, siguió, con los dos tomos de los Preludios (1910 y 1913), el equilibrio definitivo de la composición moderna para piano. La devolución a la música del sentido de la precisión fónica, o sea la conversión de la pieza instrumental en un consistente objeto sonoro donde se cobijan los eventuales valores expresivos sin menoscabo de su solidez, permite considerar realmente a Debussy como el iniciador de las tendencias musicales de la actualidad: en la estela de Estampas se desarrolla el florecimiento de las modernas obras de piano, con Ravel, Bartók, Schoenberg y Prokofiev.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Warum ist das Licht gegeben dem Mühseligen?



Johannes Brahms
Motet op. 74, no. 1, "Warum is das Licht gegeben den Mühseligen",
RIAS Kammerchor,
Director. Marcus Creed

Warum ist das Licht gegeben dem Mühseligen? (¿Por qué conceder la luz al desdichado?), es el primero de dos motetes, compuestos a cuatro voces a capella, catalogados como op. 74, que ocupan,  junto con el grandioso Réquiem, un puesto de honor en la música sacra luterana.
Este que os propongo, fue compuesto en 1877. Brahms reutiliza algún material de su Misa Canónica en Do Mayor de 1856 y lo articula en torno a cuatro partes, realizadas las tres primeras sobre textos bíblicos: Job3, 20-23; Jeremías 3,41 y Santiago 5,11 respectivamente y sobre un texto del propio Lutero, la cuarta.
Por supuesto, el tratamiento musical está perfectamente delimitado y centrado en el espíritu de la palabra. En la primera parte, que comienza con las palabras de Job, Brahms imprime dramatismo sobre Warum, ¿Por qué?, escribiéndolo de forma homofónica, dándole así un sentido de grito y reflexión desolada, al cual recurre en varias ocasiones. Dicha homofonía, da paso a un estilo contrapuntistico intimista y sobrio con el que interioriza sobre las desdichas de la vida.
En la segunda parte, surge la meditación esperanzada de Jeremías: Alcemos nuestros corazones y nuestras manos al Dios que está en los cielos, en la que se alterna una escritura que contrasta con el dramatismo inicial, acercándonos a un movimiento rítmico en 6/4 que recuerda la amabilidad del acento popular alemán. Mientras que en la tercera, las palabras de Santiago nos revelan la principal enseñanza del motete: Bienaventurados los que sufren. 
Finalmente, concluye en la cuarta parte con las palabras alentadoras del propio Lutero, reflejadas en un Coral en el que Brahms funde el estilo de J. S. Bach con el lenguaje romántico: Con paz y alegría voy hacia la muerte en la voluntad del Señor.

Texto:

Warum ist das Licht gegeben dem Mühseligen,
und das Leben den betrübten Herzen?
Die des Todes warten und kommt nicht,
und grüben ihn wohl aus dem Verborgenen;
Die sich fast freuen und sind fröhlich,
daß sie das Grab bekommen.
Und dem Manne, deß Weg verborgen ist,
und Gott vor ihm denselben bedecket.

Lasset uns unser Herz samt den Händen
aufheben zu Gott im Himmel.

Siehe, wir preisen selig, die erduldet haben.
Die Geduld Hiob habt ihr gehöret,
und das Ende des Herrn habt ihr gesehen;
denn der Herr ist barmherzig, und ein Erbarmer.

Mit Fried und Freud ich fahr dahin,
In Gottes Willen,
Getrost ist mir mein Herz und Sinn,
Sanft und stille.
Wie Gott mir verheißen hat,
Der Tod ist mir Schlaf geworden.

Traducción:

¿Por qué? ¿Por qué conceder la luz al desdichado
y la vida a los corazones afligidos
que esperan la muerte y no les llega
y la buscan más que a un tesoro escondido,
a los que se alegrarían y se llenarían de júbilo
si recibieran sepultura,
y al hombre cuyo camino está oculto
y a quien cierra Dios toda salida? ¿Por qué?

Alcemos nuestros corazones y nuestras manos
a Dios que está en los cielos.

Contempla como tenemos por bienaventurados a los que sufren.
Habéis oído hablar de la paciencia de Job
y habéis sido testigos de final del Señor,
porque el Señor es misericordioso y piadoso.

Con paz y alegría voy hacia la muerte
en la voluntad del Señor,
mi corazón y mi alma reciben consuelo
pacífica y mansamente.
Como Dios me prometió,
la muerte se ha vuelto sueño.

Partitura

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Salzburgo, 27 de enero de 1756 – Viena, 5 de diciembre de 1791

Hoy se cumplen 221 años de la desaparición del genial compositor Wolfgang Amadeus Mozart. Este es mi pequeño homenaje para conmemorar no su muerte, sino que una vez existió y que sigue existiendo cada vez que suena su música.

En junio de 1791, Mozart ofreció en Viena uno de sus últimos conciertos públicos; tocó el Concierto para piano n.º 27 (KV 595). Su último hijo, Franz Xaver Wolfgang, nació el 26 de julio.
Pocos días antes se presentó en su casa un desconocido, vestido de gris, que rehusó identificarse y que encargó a Mozart la composición de un réquiem. Le dio un adelanto y quedaron en que regresaría en un mes. Pero el compositor fue llamado desde Praga para escribir la ópera La clemencia de Tito, para festejar la coronación de Leopoldo II.
Cuando subía con su esposa al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se presentó otra vez, preguntando por su encargo. Esto sobrecogió al compositor.
Más tarde se supo que aquel sombrío personaje (al parecer, llamado Franz Anton Leitgeb) era un enviado del conde Franz von Walsegg, músico aficionado cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato.
Según la leyenda, Mozart, obsesionado con la idea de la muerte, desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del Destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.
Mozart, al morir, consiguió terminar tan solo tres secciones con el coro y órgano completo: Introitus, Kyrie y Dies Irae. Del resto de la Secuencia dejó las partes instrumentales, el coro, voces solistas y el cifrado del bajo y órgano incompletos, además de anotaciones para su discípulo Franz Xaver Süssmayr. También había indicaciones instrumentales y corales en el Domine Jesu y en el Agnus Dei. No había dejado nada escrito para el Sanctus ni el Communio. Aunque en un principio Constanze, su viuda, pidió al músico de la Corte Joseph Leopold Eybler que terminase el Réquiem, fue su discípulo Süssmayer quien lo acabó (siguiendo las directrices de Mozart), completando las partes faltantes de la instrumentación, agregando música en donde faltaba y componiendo íntegramente el Sanctus. Para el Communio, simplemente utilizó los temas del Introito y el Kyrie, a manera de reexposición, para darle cierta coherencia a la obra.
Una de las principales influencias de esta obra puede hallarse en el Réquiem de Michael Haydn compuesto en el año 1771 para la muerte del arzobispo de Salzburgo S. C. Schrattenbach.
Aunque al parecer se interpretaron extractos del Réquiem en una misa en memoria de Mozart celebrada el 10 de diciembre de 1791, el estreno de la obra completa se produjo en Viena el 2 de enero de 1793 en un concierto en beneficio de la viuda del músico austríaco, Constanze Weber. Fue interpretado de nuevo el 14 de diciembre de 1793, durante la misa que conmemoraba la muerte de la esposa del conde Walsegg y bajo la dirección del propio conde.
Después de esta interpretación, el conde Walsseg realizó una reducción para quinteto de cuerda, pero la obra no volvió a interpretarse bajo su patrocinio.



I. Introitus: Requiem aeternam
II. Kyrie eleison
III. Sequentia (texto basado en secciones del Dies Irae):
-Dies irae
-Tuba mirum
-Rex tremendae majestatis
-Recordare, Jesu pie
-Confutatis maledictis
-Lacrimosa dies illa
IV. Offertorium:
-Domine Jesu Christe
-Versus: Hostias et preces
V. Sanctus:
-Sanctus Dominus Deus Sabaoth
-Benedictus
VI. Agnus Dei
VII. Communio:
-Lux aeterna

Anna Tomowa-Sintow
Helga Muller Molinari
Vinson Cole
Paata Burchuladze
Wiener Singverein
Vienna Philharmonic Orchestra
Herbert von Karajan

Partituras de Mozart