miércoles, 26 de mayo de 2010

Antonio Zapata In Memoriam

A mediados de los años setenta no había muchos coches e Vélez.
La calle donde yo vivía, era la Cruz Verde, esquina con Callejón del Cerrillo.
Antonio solía ir con su madre a visitar a su tía que vivía justo en frente de la casa de mis padres, haciendo esquina con Calle de las Albercas.
Una tarde, no recuerdo si de verano o primavera, pero eso sí, hacía buen tiempo, vino como tantas tardes acompañando a su madre. Debíamos tener los dos por aquel entonces unos diez años. Era una época en la que los niños jugábamos en la calle sin que nuestras madres estuvieran sin quitarnos ojo de encima...jugábamos simplemente a tantas cosas...
No recuerdo bien de qué se trataba el juego, sólo recuerdo que corríamos...Antonio, en el juego, huía no recuerdo tampoco de quien. Lo único que recuerdo es que bajó el Cerrillo a todo gas con las manos puestas en la cara tapándose los ojos. Cruzó la Cruz Verde y en ese preciso instante pasó uno de los pocos coches que solían pasar por aquel entonces, atropellándolo. Fue un golpe seco, rebotó, salió despedido dando vueltas de campana y aterrizó a varios metros, al otro lado de la calle. No le ocurrió absolutamente nada, ni siquiera un hematoma. Sólo un susto tremendo para él, el conductor del coche y todos los que estábamos presentes. Sin duda, no había llegado su hora.
Seguimos en contacto con los años, fuimos compañeros de pupitre y de grada en el instituto, salimos juntos muchas veces, me contaba sus intimidades más profundas y yo a él las mías; en definitiva, fuimos verdaderos amigos de juventud.
Con el tiempo nos separamos: yo me dediqué a la música y él al periodismo.
En los últimos años casi no nos hemos visto, aunque yo solía escucharlo cada día en su programa de Radio Axarquía y él me hizo alguna que otra entrevista.
La semana pasada, cuando volví de Milán, me enteré de que Antonio ya no estaba con nosotros, que no volvería a hacer su programa de radio porque el destino no quiso que su vida acabara aquel día de mediados de los setenta, sino que un repentino infarto se lo llevara para siempre a los 44 años.
Querido Antonio, donde quiera que estés, siempre te recordaré.

Antonio Jesús Zapata Navas, hasta siempre.

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