La palabra ángel proviene de la palabra hebrea Mal'ak, que quiere decir mensajero. Un ángel es básicamente un mensajero entre la divinidad y los Hombres, entre lo de arriba y lo de abajo. Pero ante todo es un Ser, es alguien tan vivo como nosotros mismos. Es un ser con un cuerpo, sutil, etéreo, que no vemos pero que existe, tanto como el aire que respiramos... Tiene un alma, un modo de ser particular, y una misión en particular. Nada ni nadie existe porque si, todo tiene un fin y un sentido, no hay excedentes en la creación, pues todo tiene un orden perfecto tanto en lo que vemos, como en lo que no vemos. Decimos que el mundo visible es la expresíón o manifestación de lo invisible.
Los ángeles son seres conscientes de su rol en la creación, con un espíritu activo y cuya misión general es la tender las redes a los hombres, para que emprendan el camino de retorno hacia sí mismos y al estado de perfección de unidad con la creación en la que vivieron en el principio de los tiempos.
Unión con la Naturaleza y unión con lo divino, unión que sólo se da por medio del amor profundo. Todo ángel viene a equilibrar las potencias perdidas por el Hombre. Su misión es angelizarnos, es darnos las herramientas para que podamos ser ángeles de otros. Hay muchas teorías sobre el numero de ángeles, pero sí sabemos que todos y cada uno de los hombres (buenos y malos) que existen tienen un ángel custodio personal, y que también lo tienen muchos animales humanizados, ya sólo con esta cuenta sabemos que hay mas ángeles que Hombres en la creación. Existen nueve ordenes de ángeles, divididos en tres jerarquías. Cada orden tiene un nombre, una forma corpórea y por lo tanto una misión en la creación que también es particular.
Sabemos por la autoridad de las Escrituras que existen nueve órdenes de ángeles, esto es: Ángeles, Arcángeles, Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines. Muchísimas páginas de la Biblia nos cuentan de la existencia de ángeles y arcángeles, y los libros de los Profetas hablan de Querubines y Serafines.
En la primera jerarquía:
La Orden de los Serafines: son los ángeles más cercanos a Dios, tienen tres pares de alas, con muchos ojos. Se los puede apreciar en la iconografía sagrada. Son ángeles que tienen como misión custodiar y enseñar a Hombres que se han consagrado por amor a la Humanidad. Los podemos invocar para que nos den paz, para el amor, para evitar las agresiones tanto propias, como de otros hacia nosotros.
Orden de los Querubines: son ángeles muy conocidos, son los bebes alados. Ellos son patronos de la Sabiduría. Se los invoca para tener fe, esperanza, fuerza contra la depresión, la tristeza y la soledad.
Orden de los Tronos: son ángeles muy grandes, con alas circulares de todos los colores. Son los guías espirituales. Se los invoca para que nos guíen en momentos de confusión y para concentrarnos en cualquier tarea, sea el estudio o un trabajo especifico.
En la segunda jerarquía:
Orden de las Dominaciones: son los ángeles sanadores. Ayudan a armonizar el cuerpo, el alma y el espíritu. Protegen nuestro cuerpo de toda desarmonía que lo pueda enfermar. Se lo invoca para encontrar el tratamiento médico adecuado si es que padecemos alguna enfermedad crónica. También se los puede invocar antes de la practica del yoga o de la meditación.
Orden de las Virtudes: son ángeles también muy vistos en la iconografía sagrada, poseen una carita de bebe o de niño con alas. No tienen cuerpo porque necesitan ser muy veloces, pues son los que realizan los milagros. Ellos son quienes actúan evitando la tragedia. Se los invoca sólo en situaciones en donde la vida peligre por causa de un accidente.
Orden de la Potestades: son los ángeles soldados. Aparecen vestidos con escudo y espada, de color azul. Se los invoca para que nos den una cuota extra de valentía, de fuerza. También cuando estamos en las tinieblas y no sabemos qué es lo mejor para nosotros, cuando sentimos que todo nos sale mal, o cuando simplemente tenemos miedo.
En la tercera jerarquía:
Orden de los Principados: son ángeles muy bellos, aparecen con tiaras de flores en el cabello. Ellos son custodios de la naturaleza. Se los invoca para proteger a nuestros "hermanos menores", sean animales o plantas.
Orden de los Arcángeles: estos son ángeles que tienen una jerarquía mayor en sí mismos, pues tienen el gobierno de las naciones y de los grandes grupos, también rigen sobre los planetas y tienen acción directa sobre todo lo que se encuentra debajo de ellos. La Iglesia Católica los ha santificado, pero sólo reconoce a tres de ellos: San Miguel, cuyo nombre significa "Quien como Dios", gobernador del Sol, San Rafael "Medicina de Dios", gobernador de Mercurio y San Gabriel "Sabiduría de Dios", gobernador de la Luna. Pero la tradición esotérica reconoce a estos tres y a otros más:
- Uriel: "Luz de Dios". Angel muy bello que custodia todo el movimiento cósmico.
- Anael: "Gracia de Dios", gobernador de Venus.
- Zanael: "El que ve a Dios", gobernador de Marte.
- Zachariel: "Misericordia de Dios", gobernador de Júpiter.
- Orifiel: "Contemplación de Dios", gobernador de Saturno.
Se los invoca a cada uno según el aspecto sobre el que actúa. A Miguel para la protección y la lucha contra el mal, a Rafael para la enfermedad del cuerpo, a Gabriel para el arte, a Uriel se lo invoca para las cuestiones de la Naturaleza y para la enfermedad del alma. A Orifiel para cortar con situaciones que no queremos vivir más. A Anael para el amor y el encanto. A Zanael fuerza y energía y a Zachariel prosperidad y expansión de los proyectos.
Orden de los Angeles Custodios: son los mas parecidos al Hombre. Ellos están con nosotros toda la vida y son quienes nos guían, cuando los dejamos, hacia las cosas que nos hacen felices y hacen felices a quienes nos rodean. Dentro de este coro existen ángeles custodios de lugares, de animales y ángeles mensajeros propiamente dicho. A nuestro ángel custodio acudimos para todas aquellas cosas cotidianas que nos preocupan como el rendir exámenes, o una entrevista laboral, situaciones que nos ponen a prueba. Hay ángeles en todas las cosas y un ángel para cada cosa, es solo cuestión de abrir nuestros ojos y verlos...
Texto de Miriam Colecchio
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