A principio de los años 80 quise ser músico, así que acudí a La Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Oriental para hacer mi matrícula en las entonces aulas externas de conservatorio. Allí me dieron el teléfono de D. José Antonio Hidalgo Albarracín.
Yo por aquel entonces tenía 16 años y lo llamaba “Don José”. Él rápidamente me dijo que lo llamara Pepe. Era un hombre simpático, de mediana edad que andaba con paso ligero y llevaba gafas enormes.
Comencé pues mis estudios reglados de música, matriculándome en 1º de solfeo y preparatorio de piano. Sólo había un problema: Que yo no disponía de piano para estudiar. Cuando Pepe lo supo, en seguida me dijo que no me preocupase. Él me dejaría la llave del conservatorio y la del piano para que fuera allí siempre que me hiciera falta. Y de esa forma estudié el preparatorio de piano, 1º y 2º cursos, hasta que dispuse de un piano propio.
Al inicio de las clases de solfeo, coincidí con su hijo David. Un chaval adorable cuyo aspecto no correspondía a su forma de hablar y razonar. Fue él quien me dijo que su padre era “D. José” y que era el director de la Coral. ¿Qué coral? Me pregunté...
La idea de pertenecer a un coro me gustó y en seguida le pedí permiso para ser admitida.
En enero de no me acuerdo qué año de principios de los 80 entré a formar parte de la Coral “Stella Maris” de Torre del Mar y allí estuve hasta 1987.
Con Pepe aprendí a cantar en coro, a hacer distintas voces, a llevar una cuerda. Conocí a otros cantores como yo, viajando y asistiendo a encuentros Corales. Fui con ellos dos veces a Torrevieja, catedral por excelencia de la Música Coral en España…y a Galicia. Asistí a cursos para directores y cantores, comencé mis estudios de canto y empecé a hacer mis primeros pinitos en la dirección coral.
A veces me pregunto dónde estaría yo ahora, si aquel hombre altruista, imaginativo e imparable no hubiera existido. Estoy segura de que mi vida sería muy distinta. Al igual que la de muchos músicos y aficionados a la música, que llevamos andando por este mundo en las últimas décadas.
Sí, estoy segura.
Luisa D. Camacho
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