Regla de oro para la interpretación de la polifonía
Lo más difícil o, por lo menos, una de las cosas más difíciles en la interpretación de la polifonía es saber cuándo uno ha de cantar piano, medio fuerte o fuerte. Para ello existe una especie de ley natural de la melodía que si se tiene en cuenta, creo que ayudará muchísimo en este punto de la interpretación.
La melodía es un organismo vivo que nace, crece, decrece y muere. Por consiguiente, en la interpretación de la polifonía, que es un conjunto de líneas melódicas, debería seguirse la trayectoria de la curva ascendente, el punto culminante o clímax de la vida de la melodía y la caída o descenso de la curva melódica.
O sea, que una melodía polifónica consta de una gran arsis, un momento álgido en la cúspide o cumbre y una gran tesis. Así pues, en principio, los fuertes y pianos en la polifonía vienen preparados con toda naturalidad por el mismo desarrollo de la melodía. Si cada voz en su propia línea melódica cumpliese esta regla, el 75% de la belleza de la interpretación quedaría asegurado, porque entonces se pondría en relieve la vida individual de cada voz en el momento preciso, pasando luego a segundo término para que otra voz resalte también en el momento debido. Empezar súbitamente una frase en f o p y mucho más empezarla en ff o pp es un efecto propio de la música barroca, cantando (o sonando el órgano) en contraste de f-p o de voz natural y falsete o eco.
Lo más difícil o, por lo menos, una de las cosas más difíciles en la interpretación de la polifonía es saber cuándo uno ha de cantar piano, medio fuerte o fuerte. Para ello existe una especie de ley natural de la melodía que si se tiene en cuenta, creo que ayudará muchísimo en este punto de la interpretación.
La melodía es un organismo vivo que nace, crece, decrece y muere. Por consiguiente, en la interpretación de la polifonía, que es un conjunto de líneas melódicas, debería seguirse la trayectoria de la curva ascendente, el punto culminante o clímax de la vida de la melodía y la caída o descenso de la curva melódica.
O sea, que una melodía polifónica consta de una gran arsis, un momento álgido en la cúspide o cumbre y una gran tesis. Así pues, en principio, los fuertes y pianos en la polifonía vienen preparados con toda naturalidad por el mismo desarrollo de la melodía. Si cada voz en su propia línea melódica cumpliese esta regla, el 75% de la belleza de la interpretación quedaría asegurado, porque entonces se pondría en relieve la vida individual de cada voz en el momento preciso, pasando luego a segundo término para que otra voz resalte también en el momento debido. Empezar súbitamente una frase en f o p y mucho más empezarla en ff o pp es un efecto propio de la música barroca, cantando (o sonando el órgano) en contraste de f-p o de voz natural y falsete o eco.
Tal sucede por ejemplo en el "Ave Maria" de Victoria, siendo ésta una de las razones por las que hoy día algunos musicólogos ponen en tela de juicio que dicha Ave María sea original del compositor de Ávila. En la polifonía clásica, frases súbitamente fuertes, o sea, frases empezando con un súbito f o ff, solamente podrían ser algunas exclamaciones, como la del motete "O bone Jesu" de J. Anchieta cuando canta las palabras O Mesias. Pero un pp súbito en polifonía clásica sería muy difícil de justificarlo.
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