Cierra los ojos y a oscuras piérdete
Bajo el follaje rojo de tus párpados.
Húndete en esas espirales
Del sonido que zumba y cae
Y suena allí, remoto,
Hacia el sitio del tímpano,
Como una catarata ensordecida.
Hunde tu ser a oscuras,
Anégate la piel,
Y más, en tus entrañas;
Que te deslumbre y ciegue
El hueso, lívida centella,
Y entre simas y golfos de tiniebla
Abra su azul penacho al fuego fatuo.
En esa sombra líquida del sueño
Moja tu desnudez;
Abandona tu forma, espuma
Que no sabe quién dejó en la orilla;
Piérdete en ti, infinita,
En tu infinito ser,
Ser que se pierde en otro mar:
Olvídate y olvídame.
En ese olvido sin edad ni fondo,
Labios, besos, amor, todo renace:
Las estrellas son hijas de la noche.
Octavio Paz
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