lunes, 31 de marzo de 2014

Olvido



    Cierra los ojos y a oscuras piérdete
    Bajo el follaje rojo de tus párpados.
    Húndete en esas espirales
    Del sonido que zumba y cae
    Y suena allí, remoto,
    Hacia el sitio del tímpano,
    Como una catarata ensordecida.

    Hunde tu ser a oscuras,
    Anégate la piel,
    Y más, en tus entrañas;
    Que te deslumbre y ciegue
    El hueso, lívida centella,
    Y entre simas y golfos de tiniebla
    Abra su azul penacho al fuego fatuo.

    En esa sombra líquida del sueño
    Moja tu desnudez;
    Abandona tu forma, espuma
    Que no sabe quién dejó en la orilla;
    Piérdete en ti, infinita,
    En tu infinito ser,
    Ser que se pierde en otro mar:
    Olvídate y olvídame.

    En ese olvido sin edad ni fondo,
    Labios, besos, amor, todo renace:
    Las estrellas son hijas de la noche.


             Octavio Paz


miércoles, 26 de marzo de 2014

EL ORIGEN DE LA PALABRA NOCHE



Vincent van Gogh, 1889
 

En muchos idiomas europeos, la palabra NOCHE está formada por la letra "N" y seguida del número 8 en la respectiva lengua. 
La letra "N" es el símbolo matemático de infinito, y el 8 acostado (∞), también simboliza infinito.

Vamos a dar algunos ejemplos:

PORTUGUÉS: noite= n + oito
INGLÉS: night= n + eight
ALEMÁN: nacht= n + acht
ESPAÑOL : noche= n + ocho
ITALIANO: notte= n + otto
FRANCÉS: nuit= n + huit

Curioso, ¿no?

Poema Doble del Lago Edem



Nuestro ganado pace, el viento espira.
GARCILASO

Era mi voz antigua
ignorante de los densos jugos amargos.
La adivino lamiendo mis pies
bajo los frágiles helechos mojados.

¡Ay voz antigua de mi amor,
ay voz de mi verdad,
ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las rosas manaban de mi lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!

Estás aquí bebiendo mi sangre,
bebiendo mi humor de niño pesado,
mientras mis ojos se quiebran en el viento
con el aluminio y las voces de los borrachos.

Déjame pasar la puerta
donde Eva come hormigas
y Adán fecunda peces deslumbrados.
Déjame pasar, hombrecillo de los cuernos,
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.

Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.

Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano!

Esos perros marinos se persiguen
y el viento acecha troncos descuidados.
¡Oh voz antigua, quema con tu lengua
esta voz de hojalata y de talco!

Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.

Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,
para decir mi verdad de hombre de sangre
matando en mí la burla y la sugestión del vocablo.

No, no, yo no pregunto, yo deseo,
voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado.

Así hablaba yo.
Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes
y la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.
Me estaban buscando
allí donde mugen las vacas que tienen patitas de paje
y allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.



Federico García Lorca, Poeta en Nueva York (1929-1930)

domingo, 23 de marzo de 2014

Meditación XVII

No man is an Iland, intire of it selfe; every man is a peece of the Continent, a part of the maine; if a Clod bee washed away by the Sea, Europe is the lesse, as well as if a Promontorie were, as well as if a Mannor of thy friends or of thine owne were; any mans death diminishes me, because I am involved in Mankinde; And therefore never send to know for whom the bell tolls; It tolls for thee.


Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas porque están doblando por ti.


John Donne, Meditación XVII de Devotions Upon Emergent Occasions