En calle Buenos Aires, 355 de la ciudad de Paraná (Entre Ríos,
Argentina), se pueden ver las siguientes obras del post-impresionista
argentino Cesáreo Bernaldo de Quirós: Peces y Cobre, Grises, Autorretrato -hay dos cuadros con ese nombre, de distintos momentos-, Flor Campera, Puerto Viejo, Mi Ciudad, Maja en la Ventana, Las Comulgadoras, Carlota, Carlotita, Niño y Loro, Hombre con Pipa, El Viejo Criollo -hay dos cuadros con ese nombre; son de diferentes
medidas-, Los Jueces, Paisaje Italiano, Mendigo Sardo, Naturaleza Muerta, Carreras de Sortija en el Día Patrio, La Granja Roja y Nubarrones.
Cesáreo Bernaldo de Quirós se inició desde muy joven en la pintura. A la edad de 13 años ingresa en el taller del valenciano Nicolau Cotanda y tres años más tarde ingresa en la Academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes bajo la tutela de los maestros Ángel della Valle y Reynaldo Giudici.
Después de recibir el Premio Roma, obtiene una beca y viaja a Italia, contando con apenas veinte años. Allí se perfecciona y recibe incluso una mención en la Bienal de Venecia. En 1905 viaja a España donde conoce a Zuloaga y Sorolla. Más tarde se traslada a París, Florencia y Cerdeña.
Regresa a su país en 1906. Forma parte del grupo Nexus y obtiene el Gran Premio y Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Arte del Centenario en 1910. La gran muestra del Centenario fue decisiva para su consagración, ya que una sala completa fue dedicada a sus pinturas.
Viaja nuevamente a Europa y se establece allí durante cinco años, regresando posteriormente para quedarse en su ciudad natal, en donde produce una obra nítidamente gauchesca sin precedentes en las artes figurativas de Argentina.
Se trata de una serie de pinturas a las que llamó "Los Gauchos" y en
las que reflejó el espíritu, la historia, las costumbres y los
personajes de su tierra. Estas obras fueron exhibidas Buenos Aires en 1928 y luego recorrieron con gran éxito España, Alemania, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. La gira se prolongó hasta 1936, año en que Quirós regresó definitivamente a su país.
Fue profesor en la Escuela Nacional de Artes Decorativas y presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina.
En 1942 adquiere una gran extensión de tierra sobre las barrancas del río Paraná,
cerca de la ciudad homónima, creando un museo con una vasta colección
de armas, muebles, adornos y objetos de gran valor artístico.
Obtuvo numerosas distinciones en su país y fuera de él, siendo su
obra especialmente valorada por coleccionistas nacionales y extranjeros.
Falleció en Vicente López el 29 de mayo de 1969.
La música que acompaña a este vídeo es Las Niñas de Tres Romances para dos Pianos de Carlos Guastavino, intepretado por Martha Argerich y Eduardo Delgado, en vivo, en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Compositor y pianista, Carlos Vicente Guastavino (5-4-1912;
29-10-2000) nació y falleció en Santa Fe, ciudad capital de la homónima
provincia argentina. De allí partió, con la pujanza característica de
los jóvenes provincianos eclipsados por la inquietante actividad
cultural y económica de Buenos Aires. Allí regresó, anciano ya, para
compartir los últimos años de su existencia con su terruño y descansar
definitivamente en la localidad aledaña de San José del Rincón, aquella
que se evoca de manera tan intensa en la canción Pueblito, mi pueblo.
Descendiente de inmigrantes italianos, su niñez transcurrió en el
seno de una familia que, como muchas de principios del siglo XX, era
aficionada a la música. Sus padres, Amadeo Eusebio y Josefina ejecutaban
la guitarra y el mandolín respectivamente. Su tío Pedro improvisaba en
el clarinete y su hermano mayor, José Amadeo, en el piano. Espontaneidad
e intuición musical fueron las primeras experiencias lúdicas de Carlos,
el tercero de aquellos seis hermanos, que apenas con cuatro años de
edad, siendo discípulo de la pianista Esperanza Lothringer, debutó en el
Teatro Municipal en la interpretación de una pequeña composición para
dúo de violín y piano escrita por ella.
Aprehendió la música popular rural de manera espontánea, sintiéndose
impactado especialmente por el cielito y el triste. Aún anciano,
recordaba de memoria y con especial cariño aquellas coplas que su tío
Pedro, un hombre de campo natural de la provincia de Buenos Aires, solía
cantar en sus visitas a Santa Fe.
Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, después de
finalizar el bachillerato, abordó la carrera de Ingeniería Química en la
Universidad Nacional del Litoral sin abandonar, sin embargo, su
actividad como concertista de piano. En 1937, tomó contacto con Héctor
Ruiz Díaz, siendo clave la experiencia de trabajar a dos pianos con él
para su decisión de dedicarse exclusivamente a la música. Con una beca
del Ministerio de Instrucción Pública de su provincia, prosiguió
estudios de perfeccionamiento en la capital argentina.
Ya establecido en Buenos Aires, tras un paso fugaz de unos pocos
meses por el Conservatorio Nacional de Música, continuó estudios de
forma privada con el compositor y pedagogo Athos Palma. Con él
sistematizó, en un lapso de tiempo intensamente breve, su bagaje de
conocimientos empíricos previos, en especial en las disciplinas de
armonía, morfología y contrapunto.
Una vida de viajes e intensas experiencias artísticas fue la que
llevó durante la década de los años 40 y 50 itinerarios por países
limítrofes de Argentina, dos estancias en Londres –una, como parte de
una gira europea que incluyó otras ciudades y otra, gracias a una beca
del British Council- y además, algunos meses de gira por la Unión
Soviética y China en 1956, fueron cimentando su fama de
compositor-pianista destacado en el ámbito de su propio repertorio vocal
de cámara y pianístico de corte nacionalista.
La posibilidad desde sus comienzos de acceder a la publicación de sus
composiciones en la Editorial Ricordi no fue por cierto un tema menor:
ello le abrió una vía inmensa de circulación en el ámbito internacional
que permitió una vasta divulgación de su música. Su producción es
extensa en el campo del repertorio de cámara y solístico: incluye piezas
vocales con piano, obras corales a cappella, para grupos
instrumentales, piano y guitarra. Algunas alcanzaron tanta difusión que
necesitaron ser reiteradamente reeditadas (los casos de las canciones
Pueblito, mi Pueblo y Se equivocó la Paloma y de El Bailecito para piano
fueron y siguen siendo los más notables en este sentido).
Reconocidos intérpretes clásicos y populares como Concepción Badía,
Victoria de los Angeles, Joan Manuel Serrat, Alfredo Krauss, José
Carreras, Teresa Berganza, John Williams, Mercedes Sosa, José Cura,
Rudolf Firkusny, Víctor Villadangos, Marcos Fink, Eduardo Falú, Gerard
Souzay, entre muchos otros, han abordado su música en conciertos y
grabaciones a lo largo del siglo XX.
Su discografía es muy amplia y en
la actualidad continúa creciendo sin pausa. Algunas canciones han sido
traducidas a otros idiomas y se escuchan en Indonesia, Japón, Australia,
aparte de Europa y Estados Unidos.
Es pues Guastavino uno de los pocos exponentes del nacionalismo
musical argentino que goza de un reconocimiento internacional. Así lo
interpretó en 1987 la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el
Consejo Interamericano de Música (CIDEM) que lo homenajearon con la
máxima distinción de ese organismo. Recibió además el "Premio
Consagración Nacional" de la Secretaría de Cultura de la Nación (1992),
una distinción de la "Asociación de Críticos Musicales de Argentina"
(1993), el reconocimiento de la localidad bonaerense de San Pedro como
"Ciudadano Ilustre" (1993) por la canción El Sanpedrino (en colaboración
con León Benarós) y la declaración como "Personalidad Emérita de la
Cultura Argentina" por parte de la Presidencia de la Nación (1999). En
2009 se le otorgó el Premios Konex de Honor, como personalidad musical
relevante fallecida en la década anterior.
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