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miércoles, 26 de octubre de 2011
martes, 25 de octubre de 2011
Suite Española
Antonio Martín y Coll (c. 1680 - 1734)
CAPELLA DE MINISTRERS
Director: Carles Magraner
Suite española (Madrid h.1706)
1. Matachina
2. El Villano
3. Bayle di Dama
4. Españoleta
5. Las Vacas
6. Folía
El año 1700 murió sin descendencia Carlos II, el último monarca español de la dinastía de los Austrias. Trece años de guerra de sucesión se acabaron con la firma del tratado de Utrecht en el que España cedió gran parte de sus dominios europeos, pasando a ser gobernada desde entonces por el francés Felipe V, Duque de Anjou y nieto de Luis XIV.
La música española y americana al final del reinado de los Austrias tenía unas características propias que la singularizaban, haciéndola peculiar y única dentro del panorama europeo. No es así a partir de la llegada a España de Felipe V, momento en el que el devenir de la música en España camina paralelamente al del resto del continente, sintiéndose en ella las influencias de la música italiana, estilo dominante en la Europa de este período.
Hasta la llegada al trono de Felipe V todas las obras representadas en la Casa de Austria eran de autores españoles, poetas y músicos. Fue en 1703 cuando apareció la primera compañía de artistas italianos y a partir de este momento se introducen en la vida artística compartiendo escena con los artistas españoles. Así también los autores españoles empiezan a escribir piezas dramáticas en italiano, el idioma de la corte, apareciendo en torno a 1730 las primeras obras, escritas por el dramaturgo español Cañizares.
Esta tradición la seguirían otros muchos autores españoles, aunque siempre en ellos no dejen de mantenerse influencias españolas propias de sus orígenes, no siendo de extrañar que en algunas óperas italianas se incluyan seguidillas o jácaras en el más puro estilo español popular de la época.
Alguna de estas danzas característicamente hispanas las podemos encontrar en la colección manuscrita de obras para tecla "Flores de Música...", recopiladas por fray Antonio Martín y Coll entre los años 1706 y 1709.
Antonio Martín y Coll (c.1680 - 1734), monje franciscano catalán, que ejerció como organista y profesor en la iglesia de San Diego de Alcalá de Henares, y más tarde como principal organista en la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Publicó a principios del XVIII una colección de cuatro volúmenes titulado "Flores de música", con varios cientos de obras de diversos autores, la mayoría de ellos anónimos (Martín y Coll asumiría que sus lectores reconocerían las obras de su compilación, dado que serían muy conocidas en su época). Publicó un quinto volúmen en 1709, con sus propias composiciones titulado "Ramillete oloroso: suabes flores de música para órgano", con unas 250 obras.
Obras:
- "Flores de música, obras y versos de varios organistas, escriptas por f. Antonio Martín Coll, organista de San Diego de Alcalá, 1706".
- "Pensil deleitoso de suabes flores de música, recogidas de varios organistas, por f. Antonio Martín, organista ... de Alacalá, 1707)".
- "Huerto ameno de varias flores de música recogidas de muchos organistas por fray Antonio Martín, 1708".
- "Huerto ameno de varias flores de música recogidas de varios organistas por fray Antonio Martín, 1709".
- "Ramillete oloroso: suabes flores de música para órgano compuestas por fray Antonio Martín, 1709)".
sábado, 22 de octubre de 2011
sábado, 8 de octubre de 2011
De puntillas
Pasar de puntillas por la vida,
Sin ruidos, ni estridencias.
Que tus lágrimas no mojen,
Y tu voz susurre...
Vivir suavemente.
Pisa suavemente al caminar
No despiertes al durmiente
Sueña en silencio.
Mira las estrellas,
El lugar final de tu camino
Que no destaque tu vivir
No despiertes las envidias
Que tu piel no ansíe besos
No hay flores para ti...
Tan sólo existe el silencio.
Reme Gras
Sin ruidos, ni estridencias.
Que tus lágrimas no mojen,
Y tu voz susurre...
Vivir suavemente.
Pisa suavemente al caminar
No despiertes al durmiente
Sueña en silencio.
Mira las estrellas,
El lugar final de tu camino
Que no destaque tu vivir
No despiertes las envidias
Que tu piel no ansíe besos
No hay flores para ti...
Tan sólo existe el silencio.
Reme Gras
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