Queridos amigos míos todos:
Perdonad que haya estado ausente de este medio tantos días. Ahora que tengo tiempo, me gustaría exponer mi punto de vista porque sin duda es muy distinto del que observo tenéis algunos.
Lamentablemente las puertas del Coro no están abiertas para todos. Algunos sabéis bien que determinados coralistas que tienen carácter de activos no reciben siquiera información para asistir a asambleas, no se les informa de la programación de la temporada, ni siquiera tuvieron noticias de que a final de febrero había un curso con el Maestro Berrini... Item más, si acaso estas personas deciden aparecer para apoyarnos, no es inusual que reciban un trato recriminatorio o desdeñoso.
Debemos reconocer y ser conscientes de que cuando una persona recibe caras largas sin saber por qué, exabruptos delante de otros sin venir a cuento, se siente ridiculizada delante de sus compañeros con prepotencia y desprecio, se le trata como si tuviera cinco años o que cuando da una opinión sobre la gestión del Coro con la mejor de las intenciones, recibe el trato de “Enemigo a las Puertas”; es bastante normal que decida quedarse en casa, irse a otro coro donde reciba un mejor trato o ir a visitar a un psiquiatra (esto último me consta, no es una exageración).
Cada una de las situaciones que acabo de exponer podría refrendarla con varios ejemplos observados personalmente; por lo que puedo afirmar con conocimiento de causa que no se trata de caprichos baladíes ni de “yo no me junto con este o aquel porque no me cae bien”.
Creo que mi opinión queda reforzada por la gran cantidad de personas que han tomado la triste decisión de dejarnos. ¿Todas las razones que arguyen todas estas personas son subjetivas? Temo que mi opinión es que no.
También hay que tener en cuenta que muchos compañeros que han recibido y reciben este tipo de trato aún permanecemos estoica y esperanzadamente en el coro. Pero sin duda, a esto habría que darle una solución.
Entiendo que a cualquiera que no se haya visto envuelto en las situaciones que he descrito anteriormente le cueste comprender mi punto de vista. No obstante, ello no debe llevar a la conclusión de que quienes las han sufrido repetidamente actúan, al marcharse, por desavenencias subjetivas.
Creo que Donald tiene razón cuando dice que en las asambleas nadie habla y además la asistencia es muy escasa. Lo cual deja aún más patente el miedo que tiene mucha gente a estar en “el punto de mira”. Muchos saben que es mejor no hablar para no ser catalogados de “persona non grata”. Es así, no nos engañemos. La gente tiene miedo. Miedo a las represalias, a las malas caras, a no ser escogido para la próxima producción...
He intentado exponer las cosas como yo las he vivido y las vivo. No quisiera dar lugar a más discusiones ni es mi intención crear mal ambiente. Pero de vez en cuando no viene mal hacer honor a la verdad, porque callarse las cosas, a veces, no es bueno. Decir “aquí no pasa nada, estos que son muy raros y quieren complicarnos la vida" no es la solución y a la vista está.
Siempre he estado orgullosa de pertenecer a unos de los mejores coros de España y os aseguro que me da una pena inmensa vivir su decadencia cualesquiera que sean las razones; pero si además éstas son internas, el dolor es infinito e insoportable.
Perdonad que haya estado ausente de este medio tantos días. Ahora que tengo tiempo, me gustaría exponer mi punto de vista porque sin duda es muy distinto del que observo tenéis algunos.
Lamentablemente las puertas del Coro no están abiertas para todos. Algunos sabéis bien que determinados coralistas que tienen carácter de activos no reciben siquiera información para asistir a asambleas, no se les informa de la programación de la temporada, ni siquiera tuvieron noticias de que a final de febrero había un curso con el Maestro Berrini... Item más, si acaso estas personas deciden aparecer para apoyarnos, no es inusual que reciban un trato recriminatorio o desdeñoso.
Debemos reconocer y ser conscientes de que cuando una persona recibe caras largas sin saber por qué, exabruptos delante de otros sin venir a cuento, se siente ridiculizada delante de sus compañeros con prepotencia y desprecio, se le trata como si tuviera cinco años o que cuando da una opinión sobre la gestión del Coro con la mejor de las intenciones, recibe el trato de “Enemigo a las Puertas”; es bastante normal que decida quedarse en casa, irse a otro coro donde reciba un mejor trato o ir a visitar a un psiquiatra (esto último me consta, no es una exageración).
Cada una de las situaciones que acabo de exponer podría refrendarla con varios ejemplos observados personalmente; por lo que puedo afirmar con conocimiento de causa que no se trata de caprichos baladíes ni de “yo no me junto con este o aquel porque no me cae bien”.
Creo que mi opinión queda reforzada por la gran cantidad de personas que han tomado la triste decisión de dejarnos. ¿Todas las razones que arguyen todas estas personas son subjetivas? Temo que mi opinión es que no.
También hay que tener en cuenta que muchos compañeros que han recibido y reciben este tipo de trato aún permanecemos estoica y esperanzadamente en el coro. Pero sin duda, a esto habría que darle una solución.
Entiendo que a cualquiera que no se haya visto envuelto en las situaciones que he descrito anteriormente le cueste comprender mi punto de vista. No obstante, ello no debe llevar a la conclusión de que quienes las han sufrido repetidamente actúan, al marcharse, por desavenencias subjetivas.
Creo que Donald tiene razón cuando dice que en las asambleas nadie habla y además la asistencia es muy escasa. Lo cual deja aún más patente el miedo que tiene mucha gente a estar en “el punto de mira”. Muchos saben que es mejor no hablar para no ser catalogados de “persona non grata”. Es así, no nos engañemos. La gente tiene miedo. Miedo a las represalias, a las malas caras, a no ser escogido para la próxima producción...
He intentado exponer las cosas como yo las he vivido y las vivo. No quisiera dar lugar a más discusiones ni es mi intención crear mal ambiente. Pero de vez en cuando no viene mal hacer honor a la verdad, porque callarse las cosas, a veces, no es bueno. Decir “aquí no pasa nada, estos que son muy raros y quieren complicarnos la vida" no es la solución y a la vista está.
Siempre he estado orgullosa de pertenecer a unos de los mejores coros de España y os aseguro que me da una pena inmensa vivir su decadencia cualesquiera que sean las razones; pero si además éstas son internas, el dolor es infinito e insoportable.